martes, 16 de febrero de 2010
Al faro
Al faro es la novela de Virginia Woolf que posee más elementos autobiográficos. Sus dos personajes principales, los señores Ramsay, son un trasunto de los padres de la autora. La novela reflexiona sobre las relaciones entre el arte y la vida, el paso del tiempo y la muerte, y explora en profundidad el interior de los personajes y las complejas relaciones que mantienen entre sí.
El matrimonio Ramsay
Este matrimonio veranea en una isla con sus ocho hijos y algunos amigos. El grupo planea hacer una excursión a un faro, pero la excursión se suspende por el mal tiempo. Con este argumento, la autora analiza los sentimientos y motivaciones de los personajes, especialmente los de Mr. y Mrs. Ramsay. Él es un hombre posesivo, autosatisfecho y muy centrado en sí mismo; no excesivamente brillante, pero sincero y honrado. Ella posee un mayor grado de complejidad y de riqueza emocional, expuesto a través de la técnica llamada «corriente de conciencia»:
La muerte y el paso del tiempo
La segunda parte de la novela emplea una técnica para reflexionar sobre el paso del tiempo y sus estragos. Después de la fallida excursión al faro, cuando los personajes ya se han marchado de la isla, se muestra cómo el discurrir del tiempo –a través de las estaciones– influye en la casa de la isla, y, de forma muy escueta, en algunos de los protagonistas. Así, en el plazo de diez años Mrs. Ramsay muere, igual que su hijo Andrew, en la guerra, y su hija Prue, de parto. La muerte aparece como consecuencia inevitable del paso del tiempo:
Más aún, velada y complaciente, la primavera, con sus abejas, zumbando, con los mosquitos danzando, se ceñía su túnica, velaba sus propios ojos, desviaba la mirada, y entre sombras pasajeras y el vuelo de la menuda lluvia parecía poseer un conocimiento completo de las penas de la humanidad. [Prue Ramsay murió durante el verano de alguna enfermedad relacionada con el parto, lo cual, en verdad, fue una tragedia, dijeron. Decían que nadie merecía más la felicidad.] Ahora, con el calor del verano, el viento enviaba sus espías de nuevo a la casa. Las moscas tejían una tela en las soleadas habitaciones; las hierbas que habían crecido durante la noche hasta el cristal llamaban al cristal de la ventana de forma disciplinada. Cuando caía la oscuridad, el haz de luz del Faro, que con tanta autoridad se había posado sobre la alfombra en la oscuridad, grabando un dibujo, aparecía ahora, con la luz más delicada de la primavera, mezclado con luz de luna, deslizándose con suavidad como si depositara sus caricias, y se demorara de forma furtiva, y mirase y regresase amoroso.
El matrimonio Ramsay
Este matrimonio veranea en una isla con sus ocho hijos y algunos amigos. El grupo planea hacer una excursión a un faro, pero la excursión se suspende por el mal tiempo. Con este argumento, la autora analiza los sentimientos y motivaciones de los personajes, especialmente los de Mr. y Mrs. Ramsay. Él es un hombre posesivo, autosatisfecho y muy centrado en sí mismo; no excesivamente brillante, pero sincero y honrado. Ella posee un mayor grado de complejidad y de riqueza emocional, expuesto a través de la técnica llamada «corriente de conciencia»:
La muerte y el paso del tiempo
La segunda parte de la novela emplea una técnica para reflexionar sobre el paso del tiempo y sus estragos. Después de la fallida excursión al faro, cuando los personajes ya se han marchado de la isla, se muestra cómo el discurrir del tiempo –a través de las estaciones– influye en la casa de la isla, y, de forma muy escueta, en algunos de los protagonistas. Así, en el plazo de diez años Mrs. Ramsay muere, igual que su hijo Andrew, en la guerra, y su hija Prue, de parto. La muerte aparece como consecuencia inevitable del paso del tiempo:
Más aún, velada y complaciente, la primavera, con sus abejas, zumbando, con los mosquitos danzando, se ceñía su túnica, velaba sus propios ojos, desviaba la mirada, y entre sombras pasajeras y el vuelo de la menuda lluvia parecía poseer un conocimiento completo de las penas de la humanidad. [Prue Ramsay murió durante el verano de alguna enfermedad relacionada con el parto, lo cual, en verdad, fue una tragedia, dijeron. Decían que nadie merecía más la felicidad.] Ahora, con el calor del verano, el viento enviaba sus espías de nuevo a la casa. Las moscas tejían una tela en las soleadas habitaciones; las hierbas que habían crecido durante la noche hasta el cristal llamaban al cristal de la ventana de forma disciplinada. Cuando caía la oscuridad, el haz de luz del Faro, que con tanta autoridad se había posado sobre la alfombra en la oscuridad, grabando un dibujo, aparecía ahora, con la luz más delicada de la primavera, mezclado con luz de luna, deslizándose con suavidad como si depositara sus caricias, y se demorara de forma furtiva, y mirase y regresase amoroso.
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